El café se ha convertido en el producto estrella del Monzón. A propósito del Día del Café Peruano que se celebra mañana recorrimos este valle que hoy tiene un futuro alejado del terror.
“Me quitaron a mi hija de las manos”. Yolanda Miraval prefiere olvidar, pero el recuerdo de la cuadrilla de Sendero Luminoso arrebatándole a su pequeña es imborrable. Eran los peores tiempos del Monzón, una zona de Tingo María (Huánuco) que hasta el 2005 y más estaba tomada por el narcotráfico y el terrorismo. Como ella, la mayoría de hombres y mujeres de esta parte del país recuerda que el cultivo ilegal de la hoja de coca fue una maldición, una bonanza disfrazada que manchó de sangre sus caminos.
Yolanda cultiva café y hoy puede decir, con una sonrisa prudente, que la vida le dio una oportunidad. El Monzón llegó a ser el infierno, y parece increíble que hoy se respire tranquilidad, y a los hijos de esta violencia luchando por salir adelante gracias al café.
Harry Solís comenta con orgullo que su tierra ha cambiado, y que gracias al café las oportunidades han llegado. El proceso no ha sido sencillo. La hoja de coca era el 95% de la actividad agrícola del valle. Aromas de Monzón es la amplia cafetería de especialidad que tiene. Con el apoyo de Alianza CAFE, que es una iniciativa de USAID, ejecutada por TechnoServer, con el apoyo de Jacobs Douwe Egberts, y organizaciones como DeVida, la población ha comenzado a valorar su finísimo café, como el que cultiva Clomalda Salvador y Primitivo Nolasco; o Jetman Noreña, de 22 años, y su madre Dalila Godyoy. Jetman y Dalila ocuparon el primer y segundo puesto, respectivamente, en el III Concurso de Cafés Especiales del Valle del Monzón.
Recorriendo la finca de Primitivo, este hombre aparentemente rudo mira el futuro con esperanza y en sus ojos la emoción se puede tocar. Lo peor ya pasó. La variedad geisha que cultiva da una taza excepcional que está en la mira de compradores nacionales e internacionales.
“Lo que usted ve ahora es bonito. Tuvo que pasar mucha sangre para llegar hasta aquí”, comenta Yolanda, que ha encontrado en su pequeña finca la única salida para reiniciar su vida luego de haberlo perdido todo. El Monzón es hoy una esperanza, donde los conocedores de café especial saben que pueden encontrar un buen producto. El Monzón es también un lugar para tomar con tranquilidad una tacita de café, y conversar.
“Es increíble el cambio que ha dado mi tierra”. Las palabras son de Harry. Su cafetería está en lo que antes fue la Empresa Nacional Comercializadora de Hoja de Coca (Enaco). Ironías de la vida. Hoy en Monzón se respira café, se siente la paz. Ojalá esto no cambie, suspira Yolanda.
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Redacción: Esther Vargas
Fecha de publicación: 27 de agosto de 2021
Fuente: Perú21